En Asia buena parte de la población, incluidos niños, mastican la nuez de betel por sus efectos estimulantes, sin saber que causa cáncer a largo plazo y es peligrosamente adictiva. Es parte de las conocidas “drogas naturales”, pero es más peligrosa por la falta de información que hay sobre ella.
Existen comunidades en las que se consume nuez de betel por ser considerada como “tradicional” o buena para una cura de la indigestión y la impotencia, así mismo es un símbolo del amor y el matrimonio, por lo que masticarla es muy normal, sin embargo, estudios apuntan a que este tipo de droga también podría causar la muerte de quien la consume.

La nuez de betel no es inofensiva al cerebro humano sino todo lo contrario, es una de las “drogas naturales” que más afecta la mente por su poder alucinógeno dependiendo la cantidad que se mastique, y es estimulante porque da al cuerpo la adrenalina equivalente a consumir seis tazas de café en poco tiempo.
Se conoció en Asia en dónde incluso los hombres trabajadores en tiempos recientes la utilizan para poder soportar largas horas de trabajo en el campo; “en Taiwán el fruto seco se conoce popularmente como «la goma de mascar de Taiwán», el gobierno está tomando medidas para frenar este hábito de siglos de antigüedad y reducir las miles de vidas perdidas cada año”. (BBC)

Los gobiernos de las entidades en dónde mayormente es consumido este fruto seco están haciendo esfuerzos por hacer un llamado de alerta a la población que la consume ya que además de ser muy adictivo, también tiene propiedades cancerígenas al ser preparado con diferentes sustancias como una mezcla de hidróxido de calcio, hoja de betel y aromas como el cardamomo, la canela y el tabaco.
En Taiwán, por ejemplo, el consumo de la nuez de betel ha posicionado a la nación como uno de los primeros lugares a nivel mundial en mortalidad por cáncer oral.
Los mayores consumidores son hombres, pues el hábito comienza desde sus trabajos en donde se les invita a comenzar a consumirla para socializar o poder soportar largas horas laborales; lamentablemente dejan el hábito y comienzan a pedir ayuda cuándo ya se desarrolló el cáncer en ellos.
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