Ya sean substancias, bebidas o incluso estados de ánimo, todas las adicciones tienen algo en común: la dopamina. Este químico producido en el cerebro está detrás de todas las dependencias conocidas y existe una explicación científica para eso.
Durante el año 2014, estudios realizados por la Brigham Young University revelaron cuales son los mecanismos cerebrales que se activan al consumir alcohol, tabaco o algún estupefaciente. Gracias a esta investigación hoy sabemos que el consumo de estos elementos genera una proteína llamada BDNF o factor neurotrófico del cerebro, que se encarga de liberar cantidades exageradamente altas de dopamina, teniendo como consecuencia el característico estado de euforia de los adictos.
Sin importar qué es lo que se consuma, después de que nuestro cerebro se acostumbra a la dosis disminuye la producción de dopamina, lo que lleva a las personas a ingerir diferentes tipos de substancias con más frecuencia, buscando esa sensación de placer tan conocida para ellos. Gracias a esta misma reacción química en el cerebro es que los consumidores presentan cuadros de estrés, ansiedad e irritación, detonados por el síndrome de abstinencia.
Los desórdenes en los niveles de dopamina en una persona traen otro tipo de problemas más graves como la hiperactividad, Parkinson, psicosis y esquizofrenia.
Dormir más de 7 horas cada noche, una buena alimentación y actividad física son formas mucho más saludables de ayudar a nuestro cerebro a producir dopamina.
Por otra parte, aquellas personas que se encuentren en medio de una adicción necesitan de ayuda profesional para poder combatirla. En estos casos, la asesoría de médicos especializados siempre será la mejor opción para volver a un estilo de vida saludable, sin excesos de ningún tipo.
Fuentes: https://www.quo.es/salud/a41569/mundo-vicios/
http://revistaindependientes.com/la-adiccion-quimica-de-la-dopamina/
https://psicopedia.org/5187/dopamina-y-recompensa-la-cara-oculta-de-la-adiccion/
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