Estar encerrados, perder la rutina y de paso tener mucho miedo, convirtió a muchas personas en adictas al alcohol y las consecuencias no terminarán cuando se acabe la pandemia.
Comenzaban con una copa de vino, después dos, hasta hacerlo cada día y aumentando el consumo de alcohol, así como variando las bebidas, lo que los llevo inevitablemente a formar un hábito dañino que terminó en una adicción.

La pandemia trajo consigo nuevas maneras de vivir y una de ellas fue soportar el encierro y acostumbrarse a sus nuevas actividades y formas de convivir con un poco de alcohol que, según fuentes no confiables, “una copa o una cerveza al día es buena para la salud”.
Lo cierto es que los médicos y científicos han salido a negar esto, ya que el alcohol que el cuerpo podría soportar sería al menos una onza y no “una copa”.
Está comprobado que el alcohol ingerido diariamente causa adicción por sus efectos en el cerebro y hacerlo un hábito no lleva a nada bueno, ya que además de generar una codependencia al consumo también trae consigo problemas en el cuerpo que los vendedores “no quieren que nadie sepa”.
Sorprendentemente de la pandemia salieron bastantes nuevos adictos al alcohol y en su mayoría fueron mujeres que pidieron ayuda, ya que la convivencia en casa se había descontrolado gracias a su manera constante de beber, es importante mencionarlo ya que el consumo de alcohol en mujeres es más dañino y provoca cáncer de mama con el tiempo.

Los institutos de ayuda a los alcohólicos afirman que el consumo no es bueno de ninguna manera y que si la adicción no se atiende a tiempo podría traer consigo problemas mentales graves, es por eso por lo que hacen falta campañas de concientización sobre los riesgos que trae el consumo de bebidas alcohólicas.
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