Las adicciones no solamente son a sustancias o cosas muy evidentes, hay actitudes y acciones que se vuelven adictivas y dañan a quien las padece, aunque no se vean.
Las adicciones no necesariamente son las que conllevan consumo de drogas, alcohol o tabaco, también son aquellas que tienen que ver con el comportamiento y el significado que se les da a ciertas cosas para producir reacciones en el cerebro, las adicciones invisibles son las que no se ven a simple vista por los demás ya que tienen que ver con una mentalidad obsesiva compulsiva que muchas veces puede ser escondida por quienes las padecen.

Adicciones al sexo, a la pornografía, a las compras, los videojuegos, las redes sociales, internet, el celular o incluso “al amor” son algunos ejemplos que necesitan de los comportamientos obsesivos que vuelven a estos elementos una adicción.
Sucede que cuando el cerebro comienza a segregar dopamina y sustancias químicas que estimulan al cuerpo positivamente, a través de una acción que se reconoce como placentera, entonces se comienza a repetir hasta convertirse en adicción; las adicciones invisibles siempre han existido, pero tuvieron su más alto boom a raíz del confinamiento por covid19, las personas buscaron actividades para mitigar el estrés, la ansiedad y la depresión, tanto así que en el lapso de 2020 a 2022 se crearon nuevas instituciones encargadas de tratar dichas adicciones, por ejemplo, en España se crearon centros de ayuda para los adictos a los videojuegos.

Hacer conciencia sobre la existencia de este tipo de adicciones es importante para prevenir y también para reconocerlas, ya que como no se ven a simple vista se puede pensar que los hábitos adquiridos son normales, pero con el tiempo solo traerán problemas a la persona adicta y a su círculo social.
Un ejemplo es la adicción a las apuestas en donde a corto plazo puede verse en problemas la persona apostadora, pero a largo plazo podrían salir afectadas las personas con las que convive. Estos comportamientos son difíciles de aceptar en un principio, puesto que a nadie le gusta que le llamen “adicto” o que opinen sobre su vida, pero cuando los indicios de una adicción son evidentes hay que atenderlos con un profesional.
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