Mucha gente empieza mintiendo por necesidad, pero luego encuentra un sentimiento de satisfacción en hacerlo. Estas acciones pueden volverse adictivas y peligrosas a largo plazo.
La afición a la mentira deviene de un trastorno psicológico que hace que la persona se vuelva un mentiroso patológico, tal como una adicción, la mitomanía hace que los que la padecen tengan algún tipo de beneficio y con ello una buena dosis de dopamina que los hará sentirse bien consigo mismos, es por eso por lo que no dejan de mentir hasta en lo más insignificante.
El comportamiento compulsivo comienza a darse poco a poco, las personas mienten de vez en cuándo, al obtener beneficios de forma inmediata comienzan a identificar un patrón que después será difícil de controlar, mentir los lleva a conseguir lo que quieren o a sentirse bien con ellos mismos, por lo que crean un círculo vicioso que inevitablemente se convertirá en mitomanía.
La mitomanía es más severa de lo que se puede llegar a pensar, ya que el trastorno puede venir acompañado de otras adicciones tales como la ludopatía u otros problemas de salud mental como el trastorno límite de la personalidad, trastorno bipolar o el trastorno de esquizofrenia.
La adicción a la mentira es complicada de diagnosticar porque al no ser una adicción de tipo tangible la persona que la sufre no suele aceptar su realidad, aquellas personas que piden ayuda son las que son guiadas por sus familiares, amigos o parejas; los mitómanos pueden llegar a desdibujar la realidad y la alteración de la misma para ellos es fácil y constante.

La prevención de esta adicción podría darse desde la infancia, ya que en la niñez la mentira es parte de una fantasía pero cuándo el niño se acostumbra a ella podría transformarse en una adicción de tipo conductual.
Para abordar la adicción es necesaria la psicoterapia porque la personalidad tiene todo que ver en esto y hay que atenderla desde la propia mente pues no hay medicación para tratar el trastorno.
Fuentes: